El filósofo Séneca criticaba en sus Cartas a Lucilio los ejercicios que se realizaban en las escuelas de su tiempo que no ayudaban para la vida diaria: Non vitae sed scholae discimus ("No aprendemos para la vida, sino para la escuela"). Siguiendo su huella, las clases de latín intentan enseñar no solo gramática o cultura clásica, sino también lecciones universales que sean útiles para la vida y la experiencia real: la prudencia, el equilibrio, la justicia… son esenciales, non scholae, sed vitae.
De este modo, los poetas latinos nos enseñan a discurrir por el camino de la vida, aunque a veces nos veamos en un callejón sin salida, porque “no hay mal que cien años dure”. Horacio nos sugiere no preocuparse en exceso si estamos pasando por un mal momento, pues lo más probable es que la situación mejore en el futuro non si male nunc, et olim sic erit “no, porque ahora te vaya mal, va a ser siempre así”. Además, nos exhorta a seguir el camino de en medio y a no desviarnos mucho de él.
Este mismo consejo lo encontramos en el mito de Ícaro: a pesar de las advertencias de Dédalo, su padre, de no volar demasiado bajo (podemos extrapolarlo a nuestra realidad: la baja autoestima no es beneficiosa), ni demasiado alto (ya que “a gran subida, gran caída”), Ícaro ignoró sus recomendaciones: voló tan alto y se acercó tanto al sol que sus alas de cera se derritieron, provocando su caída al mar y su muerte.
Un mensaje similar transmite el mito de Faetón, hijo del dios Helios. Cuando Faetón insistió en conducir el carro del sol, su padre, este le advirtió que mantuviera una senda equilibrada. Sin embargo, el muchacho no logró seguir esa ruta aconsejada: provocó incendios en lo más alto del cielo y secó la tierra de África y quemó la piel de sus habitantes, razón por la cual, según el mito, se volvieron negros. También su final fue la muerte.
Por su parte, los poetas líricos también nos dan lecciones y nos hablan de la fugacidad de la vida, de la juventud y la vejez, de la necesidad de disfrutar del aquí y del ahora (hic et nunc), del amor y sus consecuencias…
Las fábulas de Fedro nos enseñan a no envidiar lo ajeno, a conformarnos con cómo somos, a no dejarnos engañar por los aduladores y sus falsos halagos, a no fiarnos del poderoso…
En la Eneida, encontramos a Eneas, su familia y sus compañeros, que huyen de la guerra y buscan refugio en nuevas tierras, nihil novum sub sole “nada nuevo bajo el sol”. La estirpe de Eneas será la fundadora de la ciudad de Roma. Por suerte, Eneas y sus compañeros fueron aceptados en su nueva patria. En esta epopeya también encontramos amor y el cariño familiar.
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